“El éxito en la ciencia es como un iceberg, no se ve lo que se hace en el camino”

Julio Valdivia Silva nos narra la biografía de su curiosidad. En México y Estados Unidos hizo dos doctorados y tres postdoctorados. Ahora es director de Bioingeniería e Ingeniería Química en UTEC y dirige un proyecto de impresión en 3D con biomateriales, con el objetivo de generar tejidos para trasplantes.

Los descubrimientos estudiantiles

Nací en el Cusco. Mis padres fueron profesores. De niño salía a la calle sin que ellos se preocuparan de que tal vez no volviera. La ciudad era fría, verde, con barrios muy convencionales. Al lado del Colegio Salesiano de varones, donde estudié, había un bosque gigante y era considerado peligroso por los curas, dado que cerca de ahí estaba el Colegio María Auxiliadora, el cual era de chicas. De manera que algunos días soltaban a los perros para evitar que chicas y chicos nos encontráramos en el bosque.

Mis inicios en la ciencia fue por la curiosidad que tienen todos los niños, sólo que algunos lo conservan y otros lo van perdiendo con el tiempo. Cuando escuchaba de mis profesores conceptos como los de física nuclear, pensaba: “eso voy a estudiar”. Pero luego esa curiosidad era reemplazada por otras cosas. Además de la curiosidad también tus propios miedos orientan tu vocación. Por ejemplo, de niño sentí temor de las enfermedades raras; entonces dije, si soy médico no me va a pasar nada de esto. Ahora sabemos que no es así, que los peores pacientes son médicos.

Al terminar la secundaria ingresé a ingeniería mecánica, y en ese momento me creí un dios. Después fui a la Universidad San Agustín de Arequipa porque volvió mi vocación por la medicina, pero no ingresé. Quedé con la autoestima destrozada. En esos momentos puedes perderte en el camino o seguir adelante. En mi caso contó mucho la fortaleza que me enseñaron mis padres. Por ello me preparé más y logré ingresar a la carrera de medicina. En ese momento mis padres y mi hermana se mudaron a vivir conmigo.

Me especialicé en inmunología, especialidad que estudia la capacidad de respuesta del organismo frente a las enfermedades pero también la capacidad adaptativa. Algo tan sencillo como la intolerancia a la lactosa tiene que ver con una falta de adaptabilidad. En ese caso el sistema más que defenderse tiene que aprender a tolerar.

Cuando estaba en quinto de medicina pasó algo muy triste. A mi madre le diagnosticaron cáncer, y yo como alumno no podía hacer nada. Escribí a varios lugares de Estados Unidos preguntando por fármacos y tratamientos, pero me respondían que lastimosamente en el Perú no tenían centros de investigación como para generarlos. Ahí entendí que era importante formar algo en el país. Entendí en carne propia la parte oscura de la medicina.

Estudios en el extranjero

Antes de que mi mamá falleciera llegaron a Arequipa unos científicos de la NASA. Ellos habían estudiado con satélite los desiertos desde Chile hasta el sur de Lima, y habían detectado un paisaje medio marciano en el desierto de La Joya. Desde su composición eran zonas parecidas a las de Marte. Como tuvieron un convenio con la Universidad San Agustín solicitaron ayuda para instalar un laboratorio in sito e investigar ciertas bacterias.

Previamente yo había formado un grupo de investigación de inmunología, el cual existe hasta ahora. Haber creado ese grupo ayudó a que sea conocido en la universidad, de manera que cuando los de la NASA piden a alguien que haga estudios con bacterias me contactaron. Uno piensa que va a ser conocido cuando se gradúa, al hacer grandes investigaciones, pero también es valioso hacer cosas mientras eres estudiante, como en mi caso.

Esos contactos de estudiante me abrieron una puerta de salida. Primero fui al Instituto de Ciencias Nucleares de la UNAM en México. Eso fue en 2004. En ese año se exploró Marte con el robot Opportunity. Se preguntarán a qué viene todo esto. Yo era médico inmunólogo, pero luego me orienté a oncoinmunología; es decir, cómo responde el cuerpo frente al cáncer, a la radiación, etc. Así es que hice mi doctorado en ciencias biológicas, relacionado a la astrobiología. Estudié las bacterias raras resistentes a la radiación.

Estando allá no me olvidé de que era médico, entonces salía de un laboratorio y me metía en otro, era una persona muy activa. Terminé haciendo dos doctorados, el otro fue en ciencias biomédicas. Mi asesor del doctorado de astrobiología no sabía que en las noches me iba a otro laboratorio. Es decir, estaba llevando una doble vida, pero académica, claro; y cuando él se enteró fue una bomba. Pero ya fue demasiado tarde.

Por ahí ustedes se encontrarán con profesores que también son un poco egoístas. Y ustedes tienen que ser estrategas para manejar esos problemas. A veces hay que callar, a veces hablar, a veces debes moverte a otro nivel.

Esos estudios me hicieron entender que había bacterias que resisten a la radiación extrema. En desiertos como de La Joya, Namibia, el Sahara, Sudáfrica y Australia hay bacterias que resisten a la radiación. Ese mecanismo es tan antiguo que ha evolucionado y se ha convertido en células cancerígenas. Por ello es que a veces la radioterapia no surte efecto. En realidad, todo organismo puede generar cáncer, hasta una mosca; hay árboles que tienen tumores cancerígenos, pero tú lo ves como una ramita más. Hasta los dinosaurios tenían cáncer, este tipo de células ataca a todo organismo pluricelular, no es propio de los humanos.

Entonces la ciencia me mostró que todo está conectado. Ahora cuando encuentro a profesionales de otras carreras entiendo mejor los temas que están estudiando. Lo interdisciplinario es muy importante, y ahora mucho más que antes.

En México terminé los dos doctorados y postulé al postdoctorado NASA en California. Un mundo complejo pero muy interesante. Estudié con Christopher P. McKay, en el Centro de Investigación Ames de la NASA. Ahí pasó algo similar a lo ocurrido en México. Como Stanford estaba cerca hice ahí otro postdoctorado en células cancerígenas. Encontramos resultados interesantes sobre microgravedad y su relación con el cáncer. En algunos de mis artículos encontrarán que al parecer la microgravedad detiene el crecimiento de este tipo de células. Después de ello hice otro postdoctorado en el Instituto Nacional de Cancerología, en México, sobre cáncer de mama. Mucha gente me dice “estás poco enfocado”, pero para mí todo es un camino lógico, porque todo tiene relación.

Las expectativas del retorno

Curiosamente, el tema de la microgravedad me regresa al Perú. David Labán, quien estudiaba al respecto, me animó a venir al Perú con el programa de repatriación de investigadores del Ministerio de la Producción. Entre México y Estados Unidos había estado ya 14 años y pensé que un tema top trabajado desde el Perú iba a ser genial.

Imaginé quedarme en Perú por dos años, pero me quedé hasta ahora. Aquí me pasaron mil cosas. Para empezar, nació mi hija, quien ahora tiene tres años. Contarles qué pasó y cómo me cazaron es otra historia, pero eso pasa. Yo, una persona muy racional, muy estructurada, no estaba libre de tener que cambiar prioridades. En lo personal, ahora mi prioridad es mi hija.

Volviendo al tema, a mi regreso estaba trabajando en INICTEL UNI. Y un día, una tarde, se apareció por ahí Melanie Cornejo de UTEC, a quien le interesó algunas cosas que había leído de mí. Entonces empezamos a hacer una investigación sobre células madre y péptidos, y fue el inicio de mi ingreso a UTEC.

Ahora estoy encargado de Tesis 1, y mi objetivo es que ustedes entiendan y encuentren el método científico. Tienen que aprender a objetivar un problema de la realidad. El científico debe enfocarse en el problema pero también ver el contexto alrededor. Por una parte, si no se objetiva el problema entonces se divaga, pero si se obvia el enfoque interdisciplinario se corre el riesgo de una visión sesgada. A mí, el método científico me ha ayudado a hacer gestión, soy uno de los investigadores que hace gestión en una carrera nueva como es bioingeniería, y ahora la carrera de ingeniería química. En 2018 asumí la dirección del departamento.

Ahora mi tarea es encontrar las prioridades de la universidad y del país. Sabemos que tenemos un gran déficit de investigadores y hay una preocupación por el número de artículos publicados, pero aún si eso está bien, nuestra prioridad debe ser resolver problemas. En 2018 Concytec destinó S/.10 millones a la investigación; muy bien, pero ¡dónde están los resultados! Debemos pensar en problemas como la anemia, el chikungunya, sólo para señalar ejemplos, y crear infraestructura para investigarlos y encontrar su solución. Por ahí debe ir el indicador de la investigación.

Todo lo que digo no es mérito especial, es lógica, es estructurar el pensamiento, nada más. Si no se hace eso los científicos continuarán emigrando, en mi caso tengo un ancla, que es mi hija, pero no es el caso de los demás. En 2014 vinimos 25 investigadores repatriados, de los cuales ahora sólo quedamos 12, y este año se regresa al extranjero uno más.

Proyecto de investigación en laboratorio

En UTEC estamos trabajando con la primera impresora de tejidos del país. Consta de dos jeringas. Una tiene biotinta o mejor dicho biomaterial, y se va haciendo capas. Ésta hace el diseño, la forma, por ejemplo una oreja. La otra jeringa va poniendo células, las cuales van a vivir en ese biomaterial. Algunas de ellas generan cartílago, porque en tu dibujo ya está el andamio de la oreja, y la impresión lo va formando capa por capa. El problema más serio en esto es la vascularización; es decir, cómo generas vasos sanguíneos para que las células se alimenten y sigan vivas. Todavía no lo solucionamos, pero se han construido hígados pequeños con una vasculatura incipiente.

Asimismo, estamos utilizando una vasculatura de hojas vegetales. Tomamos las hojas y con una sustancia especial les quitamos todas las células. Dejamos sólo celulosa. Luego se ponen células cancerosas, que son las más invasivas, y éstas han empezado a llenar las estructuras. Nos hemos quedado muy contentos. Es muy interesante, utilizas el diseño, el modelamiento, pero con herramientas biológicas. En el futuro se podrá hacer trasplantes con tus propias células.

Pero todo eso demanda mantener la curiosidad, leer siempre, la vocación no te encuentra sentado, tienes que hacer algo. Si no tienes tema para tu tesis es que no lees lo suficiente, no te nutres de la experiencia, de la búsqueda. El éxito es como un iceberg, no se ve lo que uno tiene que hacer en el camino, especialmente cuando no hay dinero. No obstante, se van logrando cosas, en 2017 la Universidad San Agustín me llamó para darme el doctorado honoris causa por haber llevado a varios chicos a estudiar al extranjero, lo cual les costó a ellos y a mí también.

El presente artículo ha sido producido a partir de una entrevista, a cargo de Serapio Cazana, Carlo Suasnabar, Carlos Domínguez, Christian Montalvo, Diego Velayarce, Diego Domínguez